miércoles, 21 de agosto de 2013

Un extraño en mi vida, by Richard Quine

Había terminado ya todos los libros que me había traído de la biblioteca y, desesperada, sin nada que echarme a la vista, acudí a mi propia colección casera por si encontraba algo que aún no hubiera leído. En un rincón del estante más alto me encuentro una novela muuuy vieja, de un señor llamado Evan Hunter, edición del Círculo de Lectores, año 1965. Debí traérmela de casa de mis padres hace siglos y no sabía ni que la tenía. El título me parece ridículo además de sintácticamente erróneo: "Fue dicho: no desearás la mujer de tu prójimo" . El título original me parece mucho más interesante y sugestivo: "Strangers when we meet". Bueeeeno, a falta de otra cosa... Venga, este mismo.

En la página 15 ya le he puesto cara al arquitecto protagonista: Kirk Douglas. Y ya sé lo que va a pasar y con quién. Sin que aún haya salido ella a escena sé que tendrá la cara fría, inquietante y magnética de Kim Novak. Y también sé que la tercera en discordia que, curiosamente, es el primer personaje en aparecer, tendrá el precioso rostro de Barbara Rush. Voy corriendo a Filmaffinity y localizo la película. Afortunadamente alguien tuvo un gran momento de lucidez y prescindió del título de la novela en español. Mucho mejor "Un extraño en mi vida", dónde va a parar. Pues claro. La vi hace un par de años. Una película impactante, vive Dios.

Tan impactante que a la vez que pongo cara a los personajes del libro, le pongo un final. Me acuerdo perfectamente del final, también me acuerdo de que lloré cuando la vi. Y a pesar de saber lo que va a pasar y cómo va a terminar, decido leerlo. Es la primera vez que hago algo así, normalmente es al revés, suelo ver películas basadas en libros que he leído, pero nunca antes he hecho esto.

Conforme voy leyendo me doy cuenta de que los protagonistas no podían ser otros. Bueno, Kirk Douglas tal vez, él podría haber sido muchos otros actores, pero ella... sólo podía ser Kim Novak. La forma de describir a su personaje es tan exactamente idéntico a ella que me cuesta creer que Hunter no la tuviera in mente cuando escribió la novela. Luego he leído que el director, Richard Quine, estaba locamente enamorado de Novak y que en la película se regodeó especialmente en sus planos. No fue el único, ahora ya puedo decir que Hunter también se regodea una y mil veces en la sensualidad extrema del personaje.

La historia no es nada del otro mundo pero sí lo son los caracteres, sobre todo el de Maggie. Tanto en la novela como en la película, ella es el centro absoluto. Por lo demás, el argumento no es más que un encoñe normal y corriente, como otro cualquiera. Dos personas aburridas de la rutina de la vida conyugal, buscan fuera de casa la excitación y la pasión que ya es imposible que encuentren dentro. Se creen enamorados, y eso es normal porque le suele pasar a todo el mundo cuando vive algo así. Pero lo realmente alucinante es que leyendo críticas por ahí a todo el mundo le parece una historia de amor fascinante. Por diossssss, es un encoñe de manual!

Que sí, que ella es una mujer especialmente enigmática, misteriosa y regia, eso es indiscutible. Y que su personalidad atormentada resulta muy atractiva, casi tanto como la propia Novak, de quien muchos opinan que aquí se limita a ser ella misma y que no interpreta nada. Pero es una infidelidad de puro manual: cómo empieza todo, cómo se desarrolla la relación, las dudas de los protagonistas, como la pasión los absorbe, el sufrimiento de la esposa cuando empieza a sospechar (por cierto, magnífica Barbara Rush, aunque la presencia de Novak eclipse a cualquier rival), la eterna dialéctica entre la razón y el corazón, la llamada de la selva y la llamada del hogar calentito y protector... Nada que no hayamos visto antes una y mil veces.

Pero claro, hay que saber contarlo. Hay que conseguir que se huela la tensión sexual. Hay que hacer arte con un tema bastante trillado y repetitivo. Y sobre todo, hay que saber sugerir más que mostrar y dejar que el lector o el espectador se queden tan fascinados por Maggie como lo está el propio protagonista, y yo juraría que también el novelista y el director. Y tanto Hunter como Quine lo consiguen con creces.

Advierto que los dos finales son completamente diferentes. El de Hunter es mucho más dramático y catártico, incluso tiene un cierto punto didáctico; el de Quine es... menos impactante pero mucho más probable y real. Yo, como soy muy tremenda, me quedo con el de Hunter.

En realidad la historia da mucha pena. Los protagonistas son unos pardillos, unos pobres desgraciados. Inician un juego que les viene muy largo y al que, como se ve en el transcurso de la acción, no saben jugar. Se les va de las manos por completo. Él a veces es relativamente consciente de que no ha descubierto el vellocino de oro, de que como su historia las hay a montones y que todas tienen un principio y un final; es más, creo que es consciente de que lo mejor que puede ocurrir para hacerla maravillosa y perdurable en el tiempo es terminar con ella. Pero no consigue controlar sus emociones, le sigue viniendo largo. A mí se me ocurre un famoso dicho popular para resumirlo: MANOLETE, SI NO SABES TOREAR PA QUÉ TE METES.

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